domingo, 13 de julio de 2014

Cuando los insectos almacenan el polen y Dios nos castiga

Cartas a Marta, Mundiario


   "Me encanta ver cómo manejas las armas, cómo descienden tus pulgares sobre la culata y cada caricia se aproxima a mí como una sinfónica revelación de que Dios no abandonó los desiertos. Hoy he pensado regalarte ese sujetador deportivo que anuncia una Barbie vikinga mientras leía Viento rojo, de Raymond Chandler. Encontré una asociación excitante entre la dulzura de los ojos de Ybarra y tus senos simétricos, fundados en esas colecciones insaciables de Wonderbra que tanto deslumbran en nuestro amadísimo bar irlandés.

   No leas más sobre plagas de insectos que amenazan el Pacífico. Sabes que esas investigaciones afectan a mis intestinos de yegua blanca. Si nos vemos esta noche, deja que te bese en la mácula que destaca en tu barbilla y que Ítaca nos inspire con su velamen nítido, más allá de donde vuelan los albatros y esos cormoranes de mirada adúltera. No permitiré que ningún insecto nos robe el polen".

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